lunes, 10 de noviembre de 2025

La traición

 

Nos levantamos cada mañana con la convicción de que ese día las cosas no cambiarán, de que las personas en las que confiamos seguirán ahí cuando regresemos, de que todo será igual que antes, igual que después.

Pero una palabra, una mirada, tal vez un malentendido, casi siempre un malentendido, nos demostrará lo equivocados que estábamos, lo frágil que era la cuerda sobre la que se sostenía nuestra confianza, como un tira y afloja sobre suelo embarrado.

Vivimos en una sociedad en la que se habla de respetar, de empatizar, de comprender. Pero eso solo suena bonito cuando no eres tú el que se tiene que poner en el lugar del otro, cuando no eres tú el que tiene que comprender, el que tiene que empatizar, el que debe respetar.

Y esa palabra, esa mirada, el malentendido de ese día... lleva a un silencio, y este a un vacío, y este a un eco que ensordece, porque los espacios grandes no están exentos de ruido. De hecho, allí es donde hay más ruido, donde más molesta, donde más daño hace

La traición tiene nombre y apellidos, su olor es característico y lo distingues a kilómetros, y su ropa es casi siempre colorida y llamativa. Su mirada es dulce y, al mismo tiempo, engañosa; una moneda de dos caras. Lleva puesta una careta que se quita antes de dar la estocada final. Juega a ensuciarte, a arrojarte burlas y mentiras y a multiplicarlas por mil. Proclama lo que calló cuando estuvo a tu lado, lo que de verdad piensa de ti, lo que en realidad piensa de sí misma.

Vivías ciego. Vuestro lo que sea estaba condenado desde el principio, porque desde el principio levantó un muro entre vosotros y lo enfundó con alambre de espino. La traición jugó a ser dios. Perdió solo para ganarte y ganó para no perder. Se alimentó de tu bondad, del juego que él mismo amañó, de la torpeza de aquellos que lo rodean, que no son ni muchos ni sabios. 

La traición nunca pierde... y, como nunca pierde, tienes que aprender a enfrentarla.

Puede que la traición sea desleal (e infiel y falsa e indigna), pero depende de ti que te venza. Solo tú sabes cómo debes enfrentarla. Solo tú sabes cómo tratarla.

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