jueves, 15 de octubre de 2015

¿La obra de Prokófiev es un cuento para niños?

 
Todos los grandes cuentos siempre comienzan con un "Érase una vez..." o "Había una vez...". Sin embargo, la historia que os voy a contar hoy aquí, comenzará de otra manera...
 
- Me marcharé- amenazaba inquieto por enésima vez en lo que llevaba de día-. Cruzaré la puerta y no volverás a verme- desafiaba impávido sin dejar de retorcerse las manos.
 
El hombre, de regias convicciones y aún más firmes anhelos, se mostraba impasible ante la actitud de la mujer, de una apariencia más calmada pero en verdad más afectada que él. Sus miradas reflejaban un duelo de voluntades que ninguno de los dos nunca ganaba.
 
Aquella discusión no era la primera vez que surgía. ¡Qué va! Ya se habían enfrentado así en otras muchas ocasiones y siempre por la misma razón. Demasiado poco trabajo, demasiadas pocas opciones, demasiado poco amor. 
 
En realidad se querían, se amaban demasiado, pero la poca dedicación que se brindaban el uno al otro en los últimos tiempos eran demasiado aterradora como para poder ignorarla. "¿A partir de ahora sería siempre así?" "¿Habíamos desgastado nuestro amor?" "¿El amor se había deslucido con los años?" Las preguntas les acosaban como un experto depredador acorralaba a su presa, sin piedad. Sin embargo, la devastación que sentían por dentro era tan inmensa y destructiva que, con el tiempo, las preguntas dejaron de surgir en sus mentes anquilosadas.
 
Mucho desgaste, más presión, demasiada consunción.
 
- Me marcharé- reincidía días después el hombre con una voz más apagada-. Juro por Dios que me marcharé- insistía más afectado de lo que estaba dispuesto a admitir.
 
Y ella seguía sin reaccionar, sumergida en su propia catástrofe de vida. Nada de abrazos, nada de caricias, nada de besos. Simplemente, se dejaba llevar.  
 
Con los días y las semanas, ambos dejaron de necesitarse, de precisar su amor. Él se sumergió en su propia burbuja y huyó de todo lo que no entrara en aquella pompa efímera. Ella, en cambio, sopló y sopló con fuerza para intentar hacer crecer su esfera particular. Quería hacerla más poderosa, más resistente, más irrompible. Sin embargo, un día, ambas burbujas chocaron entre sí. En vez de unirse, como ambos creían que ocurriría, explotaron con contundencia. Desconcertándoles, millones de diminutas moléculas de agua se esparcieron a su alrededor, destruyéndolo todo a su paso, incluso las pocas fuerzas que les quedaban para reunirlas todas y juntarlas de nuevo. Sin esa capa acuosa, eran vulnerables.
 
 
Las pompas desaparecieron y, por primera vez en mucho tiempo, ambos se tuvieron el uno al otro de frente... y desnudos. No supieron qué decirse. Tampoco sabían si debían decirse algo o era mejor callar. Así que, finalmente, sin más, él se marchó, como tantas veces aventuró que haría.
 
 
Con el tiempo, mucho tiempo, ella averiguó cuál fue el origen de sus miedos, de su destrucción, del adiós. Y lo que creyó que fue el motivo entonces se convirtió en algo totalmente diferente después. No era el trabajo, las opciones o el amor lo que les faltó a ambos sino el coraje, la voluntad humana de seguir luchando a pesar de los impedimentos, el orgullo de haber conseguido juntos lo que se propusieran.
 
La certeza de esa pesquisa la dejó afligida. Desde la despedida, ella había librado sus propias batallas. Él, las suyas. Jamás se habían unido en combate para luchar contra un mismo enemigo. Jamás volvieron a alzar armas contra un mismo rival. Ambos, por separado, se habían convertido en héroes de guerra... pero estaban solos. Lo consiguieron solos.
 
"¿Sería el amor lo suficiente fuerte como para destruir una desconfianza que se había alimentado de las victorias de cada uno?" "¿Sería el destino, la suerte o el azar, o ellos mismos incluso, los que se encontraran tarde o temprano en el mismo campo de batalla... otra vez?" "¿O, en cambio, planearía siempre sobre sus cabezas la amenaza lacerante de una huida a la menor oportunidad?" "¿Podrían superarlo?"
 
 
En la vida, ante la misma situación, las mismas personas pueden reaccionar de diferentes maneras. Las circunstancias, el estado de ánimo, el momento, el lugar,... influyen considerablemente en cada decisión que tomamos y, por tanto, en el final de la historia.
 
Basándonos en esta misma narración, similar al cuento de "Pedro y el lobo", el final podía ser muy diferente dependiendo de factores alternos:
 
- Final Alternativo 1.- Él podría haber llegado a agredir física y/o psicológicamente a su mujer. Está demostrado que una situación de estrés continuo unido a otros factores aleatorios, pueden activar la psicopatía en las personas.
 
- Final Alternativo 2.- Ambos podían haber sido más empáticos el uno con el otro. Ponernos en el lugar de la otra persona ayuda considerablemente a tener una relación más sana y duradera con ella.
 
- Final Alternativo 3.- Ambos podían haber enfrentado juntos la situación de desidia que estaban viviendo desde el principio. De ser así, hubieran evitado el final que tuvieron. O quizás no, pero seguro que sería diferente.
 
Hay miles de finales alternativos. Como os dije antes, depende de muchísimos factores aleatorios que no podemos controlar o predecir. ¿Y vosotros? ¿Le pondríais otra final alternativo a esta historia?
 
 

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