Mi casa siempre ha sido como un retiro de silencio donde cada actividad encajaba con otra como piezas de un rompecabezas secreto que solo mi marido y yo conocíamos. Yo aireaba las sábanas y abría las ventanas mientras mi marido iba al corral a robarle un par de huevos a las gallinas. Yo preparaba el desayuno mientras mi marido daba de comer a los cerdos. Yo hacía la cama y organizaba las habitaciones mientras mi marido recogía la mesa y fregaba los platos. Yo le daba un beso y él besaba mi mejilla con la misma devoción. Yo le sonreía y él me sonreía de vuelta. Yo le hablaba sin palabras y él me respondía igual. Le amaba, y él a mí también.
jueves, 2 de octubre de 2025
miércoles, 1 de octubre de 2025
Primera vez
Sin darme cuenta, incliné la cabeza y me dio un beso en la mejilla, y en ese instante, me sorprendí a mí misma. Era como si el tiempo se hubiera detenido, porque hacía más de veinte años que me negaba a un beso tan simple, tan genuino. Sin pretensiones, solo un acto de amor, de gratitud, de esa felicidad que no necesita palabras.
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