jueves, 10 de abril de 2014

Carta de amor y esperanza

 
La carta que se va a publicar a continuación ha sido redactada por , basándome en las sensaciones y sentimientos que me provoca mi pareja actual (mi eterno amor), y con el fin de inspirar algo de esperanza a aquellas mujeres y hombres que, por vaivenes de la vida, están atravesando un mal momento.
 
Esta misma carta la he impreso dos veces y se la he enviado por correo postal y sin remitente a dos personas que estoy segura que la leerán con ilusión. Mi único propósito ha sido -y es- hacerles un poquito más felices. La esperanza, nace, vive y crece en nuestros corazones.
 
La carta dice así...
 

Me levanto por las mañanas y desearía que estuvieses a mi lado, sintiendo tu piel pegada a la mía, tu olor, tu respiración,… Desearía que, al menos por un día, ese sueño que se repite cada noche y que apenas me deja descansar se hiciese realidad. Un sueño intenso y vivo en el que apareces tú sonriéndome, acariciándome, amándome. ¡Parece tan real…. que podría tocarte si realmente me atreviese a intentarlo!
 
Abro los ojos y, estirando el brazo, siento el lado de la cama -que guardo anhelante para ti- frío, vacío, sin ti. Me doy cuenta de que, un día más, todo ha sido un sueño que he inventado para mi desconsuelo. Un desgarrador espejismo que me hace alcanzar la cima de la felicidad para luego lanzarme cruelmente al abismo en el que vivo cada día, un abismo del que no puedo escapar y que se me hace cada vez más insoportable.
 
Te añoro. No sé explicarlo de otra manera. Te extraño y mi corazón se desbarata cada día, cada hora, cada minuto que estoy sin ti. Has crecido tan profundamente dentro de mí que me es imposible arrancarte de mi piel. ¡Ni si quiera me atrevo a hacerlo! Vives dentro de mí; en mi sangre, en mis entrañas, en mi alma. Me has calado tan intensamente que mi corazón palpita con fuerza con sólo sentir tu presencia. Es un torbellino de sensaciones que me están volviendo loco.
 
Sí, estoy loco por ti. ¡Y lo cierto es que no sé cómo ha ocurrido! Apenas te he visto unas cuantas veces y sólo una de esas veces hemos cruzado nuestras miradas. Si cierro los ojos, revivo ese día como si fuese hoy. Aún siento el efecto de tu sonrisa sobre mi piel recorriendo con fuerza todo mi cuerpo, como si toda la potencia y energía de una ensordecedora tormenta me traspasara, como si sus relámpagos y truenos explotasen dentro de mí obligándome a formar parte de ella. Es una sensación electrizante que me zarandea profundamente.
 
Ejerces un poder tan intenso sobre mí que me da miedo aceptar lo que siento. Me haces sentir fuerte y débil al mismo tiempo. Feliz y triste. Pleno y vacío. Es un torbellino de sensaciones, un tumulto de inquietudes, un huracán de contradicciones. Es difícil de explicar.
 
A veces quiero convencerme de que sería feliz siendo tu amigo, que podría conformarme con eso, pero sé que me estoy engañando. Yo quiero más. Quiero mucho más. Quiero ser la razón de tu felicidad. Quiero ser el motivo de que te levantes cada día. Quiero que sueñes conmigo, que vivas conmigo, que hagas tus sueños realidad a mi lado. Quiero formar parte de ti como tú formas parte de mí; intensa e irrevocablemente.
 
Desearía… Desearía ser capaz de acercarme a ti y confesarte todo lo que siento, pero sé que me llamarías loco. Y lo cierto es que hasta yo empiezo a creer que lo estoy. ¿Cómo es posible sentir esto que siento? ¿Cómo vivir con este sentimiento que me atormenta por la noche y me atrapa por el día? ¿Cómo soñar… contigo?
 
No sé qué poder has ejercido sobre mí o qué hechizo has obrado conmigo, pero se ha apoderado de mí de manera sobrecogedora. Sin ti me falta el aire. Sin ti me falta el sol. Sin ti me falta el alimento. Te has convertido en algo tan vital para mí, que temo perderme en la negrura de mis miedos más siniestros.
 
Quisiera gritar al mundo que por fin eres mía. Me consume no poder hacerlo. Y a pesar de saber que yo soy el culpable de no conocernos, no puedo evitar seguir escondiéndome, inventando y soñando palabras que nunca serán pronunciadas por mi boca, imaginando y deseando momentos que nunca se harán realidad.
 
Realmente no sé por qué estoy escribiendo esto. No sé qué puedo ganar por hacerlo. Sé que no puedo tenerte.
 
No sé por qué no nos hemos conocido en otras circunstancias, con otras oportunidades. ¡Con una sola oportunidad!
 
¿Qué puedo ganar enviándote esta carta? ¿Y qué puedo perder? Me siento un paso más cerca de ti, de tu presencia, de tu esencia. Y, aunque sólo sea durante los diez minutos que has tardado en leer estas líneas, puedo decir que has sido mía, completa y absolutamente mía.
 
Mía. Sólo mía. Y sé que he de conformarme con eso.

 
 

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