sábado, 6 de septiembre de 2014

Soñar y amar a la vez van cogidos de la mano

 
 
Me sentía atrapada por el efímero placer del dormir. Soñaba. Imaginaba. Anhelaba. En mi mundo onírico, podía desear lo que quisiera y, lo que era mejor, podía tenerlo.
 
 
Si quería volar, tenía alas. Si quería cantar, tenía una melodiosa voz. Si quería dibujar, mis manos creaban arte. ¡Todo era posible en mis sueños!
 
En mis sueños, en aquel lugar al que nadie podía llegar excepto yo, me sentía segura y feliz. Nadie podía arrebatarme nada allí ni hacerme daño ni hacerme infeliz. Nadie podía alcanzarme... hasta aquella noche.
 
 
Me encontraba en el limbo, en aquel pasaje espacio-tiempo en el que ni estaba plenamente dormida ni plenamente despierta. La sensación de azoramiento y bruma me envolvían fugazmente. Mi embebecimiento era casi completo.
 
Sin embargo, algo estaba cambiando. Mi sueño se estaba tornando extraño. Empezaba a desvelarme, ¡a sentir de verdad! El calor se impregnaba poco a poco en mi pegajoso cuerpo. El sudor me empapaba la espalda. El sonido del tic-tac del reloj de mi mesilla empezaba a colarse en mi cuarto.
 
Intenté moverme fugazmente, despacio, mas no pude. Ya no podía volar ni cantar ni crear. Agitaba mis brazos de arriba y abajo sin conseguir elevarme un centímetro del suelo. Intentaba alzar mi voz al cielo pero apenas brotaba de mis labios ningún sonido. Mis manos estaban quietas, adormecidas, cansadas. Ya no podía soñar. Ya no podía desear ni tener ni crear. Sólo podía sentir.
 
 
Supe el momento exacto en que desperté.
 
Su mano aprisionó la mía con firmeza y ternura a la vez. Su cuerpo estaba pegado al mío. Su voz... "Te amo" me susurró perdido en sus sueños en el silencio de la noche. Al tiempo que yo despertaba él se desvanecía en sus sueños y me amaba en ellos. ¡Soñaba conmigo! Sus deseos de volar, de cantar y de crear se transformaron en un amor tan poderoso e incondicional hacia mí que apenas pude cerrar los ojos el resto de la noche. Ese amor me produjo vértigo.
 
Y lo supe, supe en ese instante que le amaba, que era el hombre de mi vida, que siempre formaría parte de mí... y de mis sueños. Que él sí podía llegar a ellos y formar parte de ellos.
 
Él era mi sueño.
 
 

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