viernes, 19 de diciembre de 2014

Humor perro | Dog mood

 
Ayer mismo, antes de ayer y el día anterior a éste, ¡da igual!, cualquier día vale, ronda por mi cabeza la misma cuestión porque todos los días sucede lo mismo o algo parecido. Cuando veo a mi marido, que es educador canino, "trabajar" con nuestros perros en casa y darles órdenes que ellos obedecen con precisión: Assis (sienta), Couché -tumba-, Pas Bouger -quieto-, Au pied -junto-, Aboie -ladra-, Debout -de pie- (sí, mis perros saben español, francés y algunas palabras sueltas en alemán e inglés. Más resabiaos que nuestros políticos),... me pregunto, ¿por qué no les enseñará a nuestros perros cosas factiblemente útiles en nuestra rutina?
 
Y a raíz de esta pregunta que me rondaba por la cabeza desde hacía varias semanas, un día salté (no pude evitarlo). Él estaba con ellos en plan... "Assis", "Couché", "Debout",... Y me salió desde lo más profundo del alma: "Ca-fé" (con el mismo tonillo suave y acentuado que usa él siempre que trabaja con ellos). Mi marido rompió a reír por la sorpresa, pero es que realmente el hecho de que uno de mis perros pudiese aprender a hacernos café podría ser una verdadera delicia y, a mi parecer, un comando con un sentido lógico de facilitar la vida a sus dueños (¿Quién no lo querría?).
 
No quisiera hablar de las otras "órdenes" que se me han pasado por la cabeza y que, de verdad, nos facilitaría mucho la vida. Pero a mi marido no le convencen.
 
Por otro lado, sí quería aprovechar para desahogarme con vosotros y comentaros que es una auténtica locura tener tres perros en casa (si son más, mayor es el grado de enajenación). Y me explico. Cada perro, aproximadamente, defeca dos veces al día. Eso quiero decir que tengo que recoger seis defecaciones (mínimo) al día; dos por cada perro. Si uno se te despista o no le da tiempo a defecar al día las veces necesarias para sentirse más ligero (que es raro porque mis perros pasan más tiempo en la calle que las amapolas en el campo), ¡ya la hemos liado! Sube a casa (el susodicho estreñido) con la misma cara que El Fary y el culo más apretado que la agenda del pequeño Nicolás. Que si esta operación se repite una semana entera con el mismo perro (que ya sería mala suerte), el perro se muta de raza y pierde hasta el pedigrí. Que sólo le falta ir al frutero y coger un par de kiwis para que pillemos la indirecta.
 
Y es que los perros (al menos, los míos) son auténticos libros abiertos. Que han hecho algo mal, antes de que digas nada, ya se han escondido detrás del sofá. Que se han comido algo que no debían, antes de que digas nada, se ponen a mirar al techo (que sólo les falta silbar para disimular). Que han roto algo, antes de que digas nada, empujan al juguete al "tonto" de al lado para que le regañes a él en vez de al verdadero culpable (más listos que yo en el colegio). Así que, por si acaso y porque las vienes venir, regañas siempre a todos. Que los que no han hecho nada, te miran con cara de pocos amigos; normal. ¡Ellos no han hecho nada!
 
Tener perros es una satisfacción, pero también puede ser una auténtica locura. Como tengo tantos y tan inquietos, en el parque me vuelvo loca. Me paso más tiempo contándolos para confirmar que tengo a todos en mi punto de mira que disfrutando de la lluvia, el frío y las ráfagas de aire que se suceden en mi barrio (que parece el otro Tarifa). Que tampoco me pierdo nada, lo sé, pero bien podría curtirme la piel y rejuvenecer por momentos, que dicen que el frío ayuda. Claro, que si esta teoría fuese cierta, yo tendría ahora mismo catorce años (y no es el caso).
 
En fin, que si sigo pensándolo y como tengo tres perros, voy a convencer a mi marido para que le enseñe a cada uno un comando y así facilitar mi vida, que ya de por sí es muy complicada: a uno que le enseñe a contar (así en el parque me relajo), a otro que le enseñe a recoger las heces (así no falla nunca y dejamos al Fary y los kiwis en su sitio) y a otro que le enseñe a señalar (que regañar siempre a todos agota). Dejaremos lo del café para más adelante que el pobre, con esto, ya tiene trabajo para rato.
 
 

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