jueves, 12 de octubre de 2017

Ventajas de ser escritor

 
No siempre me apetece escribir o, para ser más concisa, no siempre me apetece escribir sobre mí misma. Bueno, a la mayor parte de vosotros seguro que os sorprende esta afirmación pero lo cierto es que soy muy celosa de mis sentimientos y, a veces, me intimida que los lectores (vosotros: los que me conocéis y los que no), sepáis con certeza qué pasa por mi cabeza, qué pienso sobre algo o qué siento ante un acontecimiento determinado... o por alguien en concreto. No siempre es fácil exponerme pues hacerlo me hace sentir vulnerable.
 
 
Sin embargo, a pesar de que el noventa y nueve por ciento de las veces me aterra encender el portátil, abrir este blog y dejar que mis dedos actúen por sí solos, al final hacerlo me libera... como ahora.
 
Mientras escribo, no importa que esté soñando, riendo o llorando (como ahora también). Después de hacerlo, la piedra que amenazaba con atiborrar mi mochila hasta hacerla en exceso pesada, cae como una losa al suelo, redimiéndome. Suele suceder así. Siempre es así.
 
 
Cuando era muy pequeña soñaba con saber cantar (lo que yo hago -sin duda- se parece más a un gato desgañitándose). Me parecía que la música era lo suficientemente potente como para poder brindarme la oportunidad de expresarme a través de ella. Creía que era un arma tan dilatada como inagotable que, además, me permitía crearla al gusto. Lo mismo me sucedía con la cocina, el dibujo o el baile. Sin embargo, a mí me fascinaba más el arte de combinar sonidos con instrumentos o, sencillamente, con mi voz. Me parecía liberador. Aún me lo parece (soy de esas personas que van cantando a grito pelado en el coche sus canciones favoritas. Eso sí, con las ventanas subidas para no ser... escuchadas en exceso).
 
Supongo que cada uno tenemos una forma de expresión. Las mías son, sin duda, las letras. No me imagino intentando expresar las mismas cosas con melodías propias a medio tono; mis vecinos además lo agradecen enormemente.
 
 
Como he dicho antes, no siempre me es fácil escribir. Aunque las historias que reflejo a través de estos posts no siempre son mías, cuando las mecanografío, las siento tan personales que canto, bailo, río o lloro con ellas, con los personajes que las interpretan. Y al final un poquito sí que son mías; yo hago que lo sean sin darme cuenta.
 
Reconozco que con esas historias, he ganado amigos y he perdido otros tantos que creía que lo eran; he ganado fuerza y coraje y he perdido miedos; he ganado seguridades y he perdido debilidades; he ganado muchísimas cosas que me han hecho crecer como persona y he perdido otras tantas que me hacían sumisa ante el mundo y las reglas que este nos imponía e impone. Me he creado a mí misma, una mejor versión de mí misma. ¡Y eso es lo mejor de todo!
 
 
Supongo que escribir es una ventaja, ya que al final te liberas vomitando todo lo que te oprime por dentro.
 
Como ahora, por ejemplo, que estoy en mi casa, frente al portátil, con una vela roja encendida en mi lado izquierdo, escuchando el más puro y potente soul folk de Ele mezclado ingeniosamente con el rap de Nach en una melodía que ensalza el humanismo y la empatía por encima de todo, una poesía hecha música "Not slaves" (https://www.youtube.com/watch?v=-hIfYtFl6OY), mientras aseguro que escribir es una forma de liberación para el mundo. Bueno, para mí misma.
 
 
No es que contaros esto me libere, es que simplemente el hecho de saber que puedo hacerlo, lo hace. Podría, sin embargo, contaros qué es lo que siento ahora mismo, qué pienso y qué me ha empujado a teclear sobre la liberación del arte de escribir, pero no voy a hacerlo. Eso sí es demasiado íntimo como para impersonalizarlo con unas pocas palabras en un frío blog de internet. Si me lo permitís, me lo guardo para mí.
 
¿Y sabéis qué es lo mejor de todo? Que a pesar de haber dicho muchas cosas y no haber dicho en realidad ninguna, vosotros me entendéis. Porque sabéis que, en el arte de escribir, todo es ficción y en literatura todo cabe.
 
Hoy os he hablado de las ventajas de ser escritor. Mañana quizás os cuente una enternecedora historia que me sucedió con un desconocido el otro día en una cafetería o puede que -por fin- os confiese a quién pertenecen mis pensamientos estos últimos días. ¡Quién sabe! Puede que hasta me atreva a confesaros qué me sucede hoy...
 
Recomendación: Os recomiendo leer esta entrada con la canción "Not slaves" de Ele ft. Nach de fondo. Cambia completamente el contexto.
 
Gracias por leerme.
 
 

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