El amor es un sentimiento inmenso, exponencial, indefinible, fácil de dar e imposible de arrinconar. Es una emoción tan irracional que acojona. Te atrapa sin buscarlo -muchas veces sin desearlo- y siempre imprime su huella dactilar, única y particular en tu piel, tu corazón y tu alma, aunque corras en dirección contraria a la velocidad de la luz.
Por eso el AMOR se escribe en mayúsculas, en enormes letreros con intensas luces de neón y está siempre custodiado por los dioses del recuerdo y la experiencia. Por eso el amor usa una talla XXXL: monstruosa para casi todos nosotros y, desde luego, contraindicada para unos pocos.
Quizás suene a tópico pero el AMOR, tal cual es, es el motor de la vida, el que lo mueve todo, el que lo motiva, lo incita, lo empuja y el que, en definitiva, marca nuestro hoy.
En mis treint&%$8~#@ y pico años de vida, me han pedido la mano dos veces; no literalmente, a ver, que una no puede ir por ahí en plan manca porque una persona se haya encaprichado de una extremidad de tu cuerpo. Me refiero a cenita, botellita de vino, jazz suave de fondo, velitas, hincar rodilla, anillo en cajita aterciopelada y un puñado de promesas (del este, eso sí, porque la implantación mafiosa hizo acto de presencia más adelante). No, no envidies estos holocaustos teñidos de falso romanticismo. Quizás a ti te quisieron más y mejor. Y si te quisieron mejor, suma más que un aro de oro con diamantes (y que dos y tres).
Cuando nos comprometemos con alguien, ya sea en el plano amistoso o en el sentimental, por desgracia, se nos olvida leer la letra pequeña; esa letra tamaño hormiga que describe los términos más escabrosos del contrato, las condiciones abusivas -impuestas normalmente de manera unilateral- y que van contra el principio de buena fe, consideradas nulas de pleno derecho pero que no implican la nulidad del contrato y que, en el noventa y nueve por ciento de los casos -si no en todos-, nadie lee. No hay excusas. Has firmado el contrato, ¡te jodes!
No hay un ente desconocido que nos obligue a amar a un ser en particular, ni existe una ley no escrita que nos empuje a aceptar a nadie en las facetas más íntimas de nuestra vida, ni tampoco existe (o debería existir) un "porque toca" como dogma universal.
¿Cuántas veces he escuchado eso de nos casamos "porque toca", estamos buscando un bebé "porque toca", voy/vamos a comprar un perro "porque toca"? ¡Por Dios! ¿Qué somos? ¿"Tocones"? ¿Qué toca? ¿Quién lo toca? ¿Quién dice que toca? ¿Quién marca esa pauta a seguir? ¿El mundo? ¿Tú? ¿La persona que tienes al lado? ¿El del sexto?
Seamos sinceros, hay tantas personas que mantienen viva su relación de pareja como personas desgraciadas hay en el mundo. ¿Por qué? ¿Por miedo a empezar de cero? ¿Por pereza? ¿Por indecisión? ¿Por costumbre? ¿Porque "para la edad que tengo..."?
El AMOR es el regalo más bonito que puedes recibir y dar. Es tan grandioso, tan magnífico, que no debería entregarse tan alegremente como lo hacemos. ¿Por qué deberíamos darlo sin conocimiento? Es nuestro regalo más precioso, nuestro tesoro, nuestra fortuna más valiosa. ¿Por qué entonces le otorgamos la poca importancia que le damos? ¿Por qué lo infravaloramos?
Yo quiero un amor que me complete, que rellene los huecos que tengo en blanco, que pinte mi faceta más oscura del color más brillante que exista, que me haga sonreír en el peor de los momentos, que me haga temblar aunque no tenga frío y me haga rezumar en pleno invierno. Quiero un amor que no pueda describir con palabras, que me vuelva loca, que me aplaque y me excite al mismo tiempo, un amor en el que pueda confiar ciegamente, sin pensar, por instinto. Quiero un amor que me de tanto como reciba, pero sin pedirlo. Quiero un amor que me enorgullezca. Quiero un amor sincero, respetuoso, franco, honesto, natural y real. Quiero un amor que se regenere por sí mismo, que se alimente y se nutra, que no desfallezca ni se tambalee, que siempre esté en pie, que siempre se levante, que siempre tenga fuerzas para una vez más...
Por desgracia, así como amas, así te estampas... y yo, desdentada, no tengo ni un hueso ileso. No es el cuerpo el que más se queja, es el corazón estrujado, prensado, más arrugado que una pasa, el que más sufre los reveses, el que recibe los golpes, al que apalean, el que se rompe en mil pedazos y se recompone en novecientos noventa y nueve, el que se dilata y se comprime quedándose damnificado, el que pisotean, el que sacuden y en definitiva el que más sufre. Y así como el corazón llora, el alma le acompaña en el camino.
Pero como yo amo como lo hago, le pongo una tirita más y le encolo con pegamento, le grapo las esquinas y le envuelvo en papel film para que aguante un poquito más, le pongo entre algodones y le cuido con mimo, le custodio como Cerbero y le protejo. Quizás sea un error resguardarlo como si se tratase de un plato de comida en plena cárcel pero, como he dicho antes, el AMOR se escribe en mayúsculas y, al igual que hay personas que no están preparadas para recibir semejante regalo, las hay también que no están preparadas para darlo.
Yo doy amor, lo doy en grandes cantidades, pero lo entrego a aquellos que, sin esfuerzo, igualmente me lo regalan. ¡Y me sale solo! No planeo ni pienso ni dispongo. Sencillamente, brota... y les llega.
Mi regalo de Navidad para aquellos que amo es eso: AMOR. Sin sin censuras, sin intenciones. Un amor inmenso y sin límites:
Amor en tropecientas conversaciones frente a frente.
Amor en un email que va de vuelta.
Amor en un mensaje que abre una ventanita.
Amor disfrazado de medievo.
Amor en una casita perdida en tierras manchegas.
Amor en un espectáculo cómico que te estruja las tripas.
Amor en un café largo en noches de insomnio.
Amor en los jueves y algunos martes e incluso miércoles.
Amor en cualquier "chinoterapia".
Amor en un lametazo perruno.
Amor en una moto, delante y detrás.
Amor en una mirada o dos o siete o mil.
Amor en una sonrisa o diecinueve o tres mil.
Amor en una fotografía robada.
Amor en las teclas de un portátil.
Amor en un dibujo hecho a lápiz.
Amor en un baile improvisado.
Amor en una canción que te llega al alma.
Amor en un recuerdo o varios.
Amor en un paseo nocturno.
Amor en un queso curado.
Amor en una copa de tu vino preferido.
Amor en una frase mal interpretada.
Amor en una imagen recibida.
Amor en un gps desorientado.
Amor en una escapada.
Amor en los tres monos sabios.
Amor en un "una vez más" siendo la milésima octava.
Amor en la fe y en la esperanza.
Amor en mí.
Amor para ti.
Amor.
Para todos vosotros: OS AMO.
AMOR para ti también.
ResponderEliminarAMOR para ti también.
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