Todas
las preguntas reflejadas en esta entrevista se formularon a Pilar SC por
diferentes personas desde la publicación de su primera novela “Quédate conmigo.
Operación Kapo” hasta la fecha. En un intento de mostraros de forma original
una versión más personal de la escritora, ella misma ha querido compartirlas
con vosotros:
¿Por qué dos
protagonistas narrando la historia, a veces incluso con un narrador añadido?
¿Por qué la mafia rusa?
¿Por qué escribir sobre una de las mafias más temidas internacionalmente?
Es
cierto que cuando se pronuncia la palabra “mafia” en la mayoría de los casos se
piensa en la “Cosa Nostra”, que son los gánsteres sicilianos que llegaron al
cine de la mano del director F.F.Coppola y su maravillosa trilogía “El
Padrino”.
Pero
con los años, estos mafiosos sicilianos perdieron poder y dejaron de ser los
amos del mundo, apareciendo otras organizaciones criminales tan temidas como la
siciliana que adquirieron su propio nombre, usurpando parte de esa autoridad
que antes poseía por completo la “Cosa Nostra”: la “Ndrangueta” (mafia
calabresa), la Camorra (mafia napolitana) y Los Zetas (mafia mexicana, sobre la
que además he tenido el placer de leer hace bien poco en una novela de Pamela
Clare “Sin Salida”; una de mis
escritoras preferidas en el género). Fuera de Italia también aparecieron grupos
criminales como la mafia turca, la israelí, la albanesa, las bandas
latinoamericanas, los “maras” (en Centroamérica), la mafia china organizada en
triadas (una de las más violentas), la mafia japonesa o la “Yakuza” y la mafia
rusa, con actividades delictivas tan significativas como la extorsión, el
tráfico de armas y personas y el manejo de la prostitución, además del
narcotráfico. Sin duda, ocupaciones que llamaron potencialmente mi atención y
que eran perfectas a mis fines.
Es
cierto que en un principio la historia iba a ser contada solo desde el punto de
vista de Adriana Bravo, la protagonista. Sin embargo, contar la versión de los
hechos únicamente desde sus ojos empalidecía los tejemanejes de la mafia rusa,
su organización interna, su forma de operar, sus objetivos, su forma de pensar
y actuar, tanto sobre lo que me había documentado y leído que me parecía –como
poco– injusto.
También
pensé en escribirla únicamente con los ojos de Kirill Zozlov, el personaje
principal del grupo criminal, pero de este modo me veía obligada a narrar la
historia en tercera persona para evitar perder por el camino detalles
importantes, escenas necesarias para entender la trama.
Casi
a mitad de novela, tuve que empezar de cero y reescribirla introduciendo un
segundo cronista, quedando la narrativa compartida finalmente entre Adriana
Bravo, que sería la imagen del bien, y Kirill Zozlov, que definiría la versión
del mal desde su depravación y sus numerosas psicopatías.
Introducir
un tercer narrador fue únicamente por cortesía, para dignificar la increíble
labor que hace la policía nacional en nuestro país, como broche de oro en la
historia. En la segunda novela de la trilogía, de hecho, la policía adquiere
mucho más protagonismo.
¿Cómo puedes escribir en
dos géneros tan distintos?
(Risas) La novela negra y la romántica me
apasionan tanto, me atrapan de tal manera que renunciaría a dormir para devorar
libros enteros sin arrepentirme por hacerlo. (Risas) Vale, esto ya lo he hecho. De hecho, cuando era niña, mi
padre me regañaba por leer cada noche hasta las tantas. El peor castigo que
podía infringirme era prohibirme leer. ¿Irónico, verdad? (Más risas)
(Se pone seria) A mí me enseñaron que el
amor es el motor de la vida, el que lo mueve todo; y es verdad. Escribir una
novela de suspense sin introducir una gran historia de amor en ella me parecía
imposible, así que me la jugué. Introducir en la intriga al que sería el
personaje principal de la historia romántica fue todo un reto. No quería que
surgiera de la nada pero tampoco quería forzar su aparición. Tuve que jugar
bien mis cartas y, si te soy sincera, quizás fue lo que más me costó de toda la
novela. Él tenía un papel importante pero no necesario. Podía prescindir de su
personaje pero no quería hacerlo. Me complicó mucho la labor de avanzar en la
trama pero, tras comprobar el resultado final, no renunciaría a él ni a su
influencia en la historia.
¿Qué te es más fácil,
escribir suspense o romántica?
Ufff
(eleva los ojos al cielo, pensando).
Escribir suspense implica pensar bien los pasos que voy a dar en cada capítulo
y cómo voy a darlos, saber desde un principio quién es el malo y cómo voy a ir
desenmascarándolo poco a poco sin resultar evidente, qué pistas voy a dar al
lector, cómo voy a desviar su atención… Escribir romántica, simplemente, es dejarme
llevar. Me resulta más sencillo. Escribir suspense es un reto mientras que
escribir romántica es el contrapunto.
Cuando
escribo, me pongo en la situación del protagonista: intento ponerme en su
lugar, ver los hechos con sus ojos, me siento como él… Por ejemplo, cuando
estoy describiendo una escena especialmente delicada en la que el malo hace
alguna atrocidad, mi corazón se salta más de un latido. Sufro tanto escribiendo
determinadas escenas que a veces me pregunto por qué me he metido en semejante
berenjenal. La barbarie está a la orden del día en el crimen organizado. Sin
embargo, saber eso no me calma. Normalmente, después de plasmar sobre papel
algunas de esas escenas tan encarnizadas, he tenido que coger a mi perro, salir
a dar una vuelta y tomar aire; me asfixiaba. Me ha resultado muy, muy
complicado escribir según qué actos. Incluso se me ponen los pelos de punta
cuando las leo ahora; ni siquiera soy consciente de haber escrito determinadas
escenas. Es increíble lo que implica ser absorbido por la historia cuando la
plasmas en papel.
¿Qué piensas sobre la salud del mundo de la romántica?
(resopla) Personalmente pienso que este
género ha ido degradándose poco a poco. Contar una historia de amor es fácil.
Contar una historia de amor diferente
es lo complicado, más aún hacerlo bien. Estamos hartos de ver en el mercado
historias de chica perfecta encuentra a chico aún más perfecto que se enamoran
y son felices para siempre, eso si además el escritor o escritora no introduce
elementos al más puro estilo de Crepúsculo
o Cincuenta sombras de Grey. Me
encanta la romántica, de verdad, pero me gusta la que cuida la trama, los
personajes, los detalles, las historias que te hacen sentir. Nora Roberts, Lisa
Kleypas, Isabel Keats, Danielle Steel, Victoria Holt (mi mentora en este
género), Cherry Chic, Mariah Evans, Victoria Magno, Ana Álvarez, Karin
Slaughter, Huntley Fitzpatrick, Diana Palmer, Pamela Clare, Brenda Novak,
Christine Feehan son increíbles en este género.
Si
a las tramas mal escritas añadimos el boom
que ha provocado el nacimiento del e-book
y la auto publicación, podemos decir que este sector ha sufrido una cuchillada
en la espalda casi imposible de sanar. Ahora parece que todo está permitido,
que no hay excusa para no escribir, mucho menos publicar. Pero, ¿quién pone los
límites? ¿Quién dice qué historia está bien escrita y cuál no? Ahí está la
diferencia y el hilo es tan fino que cuesta verlo. Insisto en que el género
puede no gustarte pero la historia ha de contarse bien siempre, sin excusas, y
es ahí donde está fallando este género tan demandado.
¿De dónde viene tu
inspiración?
De
todo y todos (risas). Conversaciones
escuchadas de casualidad, noticias de la televisión, vivencias de personas
cercanas a mí, frases sueltas de gente que pasa por mi vida de manera temporal,
fotos vistas en internet… La verdad es que me inspira cualquier cosa. ¡Qué gran
verdad es esa de “soy escritora, ten cuidado con lo que dices porque puede ser
usado en un libro mío”!
¿Todo lo que escribes es
ficción o son mentiras disfrazadas que pueden llegar al fondo de una verdad?
(Baja la mirada a su regazo, pensativa)
Todo está basado en verdades desfiguradas. A ver, no todo lo que escribo me ha
pasado a mí en primera persona pero sí le ha pasado a gente real, a personas
como tú o como yo con un escenario diferente o en otro contexto. Todo lo que
hace la mafia rusa en esta primera novela, por ejemplo, lo ha perpetrado esta
organización criminal en la vida real de una u otra forma. Sus objetivos quizás
sean otros y la forma de conducirse también, pero en el fondo la esencia es la
misma. He intentado ser lo más objetiva posible, ceñirme a la realidad. De ahí
que en el libro, por ejemplo, haya descripciones de escenas a manos de Kirill
que me dejaron “tocada” cuando las di forma sobre el papel.
¿Qué puedes decirnos de
los personajes? ¿En qué o quién te inspiras?
Adriana
tiene mucho de mí pero también tiene mucho de personas que conozco y con las
que trato casi a diario; es un batiburrillo de muchos caracteres fundidos en un
solo personaje. En cuanto al protagonista principal de la mafia rusa existe en
la vida real, no tanto como un solo sujeto sino como una suma de muchos, todos
ellos pertenecientes a la misma organización criminal.
En
la segunda novela de la trilogía (que actualmente está en edición), los
personajes varían y la inspiración en la que me basé para modelarlos también.
Hay muy poco de mí (por no decir nada) y hay mucho de otras personas que sin
duda querrán rendir cuentas conmigo si la leen (risas).
Y
en la tercera y última novela (que aún no he empezado a escribir aunque ya hay
un boceto inicial), hay muchísimo de dos de mis amigas. De hecho, el personaje
femenino es una mezcla de ambas; un honor que quiero rendirles.
Fuera
de esta trilogía, hay un proyecto en el que estoy ahora mismo muy sumergida que
no tiene absolutamente nada que ver con mafias ni con rusos. Es un trabajo muy
personal en el que se mezclan muchos temores e inquietudes que además están a
la orden del día en la sociedad de hoy. De momento, solo puedo decir que estoy
orgullosa de lo que tengo hasta ahora.
¿Qué pasa cuando
empiezas a escribir una novela?
Se
paraliza el mundo (risas). ¡No es
broma! Es como si literalmente se detuviese para mí. Me obsesiono con la idea
de hacerlo todo tan perfecto que me documento hasta provocarme aburrimiento.
Personajes, trama, conexión entre ellos, detalles importantes, peculiaridades
de cada uno… Todo empieza a tomar forma en mi cabeza y en los esquemas que
esbozo, y el tiempo parece no correr. Es cuando finalmente me pongo a ello, a
darle forma sobre el papel, a escribir la historia, cuando el segundero empieza
a funcionar de nuevo. Es un punto y aparte en mi vida.
¿Crees que un escritor
puede elegir sobre lo que va a escribir o son las historias las que le eligen a
él?
Sin
duda, las historias le eligen a él. Y esto es lo que más me asusta porque dicen
mucho del escritor. Si escribes sobre algo que no es tuyo, que no te ha nacido
de dentro, se nota. Tienes que dejarte llevar por tu instinto. Olvídate de ser
comercial o de intentar ser el súper-ventas del momento. Simplemente, escribe.
Jamás te equivocarás si lo haces desde el corazón.
¿Tu infancia te ha
favorecido o te ha entorpecido a la hora de escribir determinadas escenas?
Afortunadamente,
en mi familia nunca han existido los tabúes. Recuerdo que mis amigas se
sonrojaban con determinadas conversaciones que en mi casa se trataban con
naturalidad, como algo normal. Hablar de sexo o de relaciones nunca fue un
problema. Es más, nos animaban a hacerlo; quizás para evitar sorpresas (risas).
Mi
infancia me ha favorecido a la hora de escribir, no solo por los temas “tabú”
que no se daban sino porque en mi familia se leía mucho y eso, a la hora de
escribir, se nota. El nivel cultural que se ha respirado siempre en mi casa ha
marcado sin duda la diferencia. Mi madre era profesora, así que imagínate, y mi
padre era y es un lector ávido. Creo que con esto lo resumo todo.
¿Crees en el destino o
en el karma?
Sin
duda. Creo que al final tienes lo que te toca. No es que las cartas estén
echadas y hagas lo que hagas te va a dar igual porque ya hay un final escrito
para ti sino que si siembras, recoges. Así de sencillo. Puede tardar días o
años pero al final tienes eso que indirectamente tú has buscado para ti.
¿Crees que todo lo que
te ha sucedido a lo largo de la vida fue obra del destino?
No
sé si destino o no pero sí he tenido lo que yo solita me he buscado. Es un
aprendizaje que me ha costado asumir. Sí te diré que después de todas esas
decisiones, buenas y malas, he crecido muchísimo como persona y me he
reinventado. Ahora mismo solo hago lo que me hace feliz y lucho con uñas y
dientes por esa felicidad, la mía. Si no me hace feliz o no me aporta nada, lo
saco de mi vida. Parece sencillo pero he renunciado a muchas cosas y a muchas
personas por esta misma razón. A la larga, han sido decisiones acertadas y no
me arrepiento de ninguna, aunque en su momento tuve ciertas dudas.
¿Fue un sueño hecho
realidad publicar tu primera novela?
Publicar
“Quédate conmigo. Operación Kapo” fue un sueño hecho realidad sin duda alguna.
No hay palabras que puedan describir el cúmulo de sensaciones que tuve cuando
me llegó a casa la versión impresa en papel: ansiedad, miedo, euforia, nervios,
esperanza, orgullo, amor, felicidad… Es una sensación tan indescriptible que
ponerle nombre empalidecería su significado. La portada, las advertencias, la
dedicatoria, el “Sobre mí” del final… Todo se hizo con muchísimo amor y
muchísima ilusión. Sin duda, una de las mejores experiencias de mi vida.
¿Ser escritora es la
profesión que más te gusta?
Yo
escribo porque me encanta plasmar sobre papel todas mis locuras, me gusta dejar
volar mi imaginación, desahogarme con boli y papel, pero dedicarme a ello sería
casi como renunciar a todo lo demás, a las otras alegrías que ocupan mi vida y
que por suerte también me compensan: mi trabajo, mis estudios, mis otros grandes sueños.
Soy
una mujer inquieta y aunque en un rinconcito recóndito de mi corazón me
encantaría ser reconocida como una gran escritora, todas las demás ocupaciones
de mi vida también me aportan una inmensa felicidad. De momento, compagino
todas mis satisfacciones, mañana será otro día y no puedo decir “de esta agua
no beberé” porque ni yo misma lo sé. ¿¡Quién lo sabe!?
¿Dónde comprar “Quédate conmigo. Operación Kapo”?
(disponible en formato físico y digital)
Puedes acceder al enlace de la novela, en el siguiente link:
Muy buena entrevista.
ResponderEliminar¡Gracias, Javier!
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