¿A qué llamamos "hogar"? ¿Cómo definiríamos el lugar donde nuestra mente se encuentra en sintonía con el cuerpo? ¿Dónde nos sentimos... nosotros mismos, dónde o con quién lo somos realmente?
¿Nuestro hogar es el lugar donde nacimos? ¿Donde crecimos? ¿El lugar donde nos esperan un puñado de trastos que apenas usamos? ¿Es aquel donde nos sentimos en paz... o aquel donde todo, cualquier cosa, se queda en el olvido, incluso donde nos escondemos? ¿Es el lugar donde nos esperan nuestros seres queridos... o es el lugar donde están los que nosotros amamos? ¿Acaso es el lugar donde nos refugiamos... o donde cogemos aire?
¿A qué llamamos "hogar"?
Yo creo que el "hogar" no es un sitio, ni cuatro paredes hechas de ladrillo. Ni siquiera podría definirse con planos ni estructuras lineales. El "hogar" son personas, pechos que dan tanto calor como el que reciben, donde el amor se da sin condiciones, donde se quiere bien, donde todo suma y nada resta.
El "hogar" está allí donde nuestra cabeza deja de funcionar y, aún así, todo está bien; donde nuestro cuerpo se queda laxo y, a pesar de todo, es bien recibido por más carne, más huesos y más piel.
El "hogar" es allí donde queremos estar siempre, donde todo se olvida y al mismo tiempo todo se recuerda, donde lo bueno se multiplica por mil y lo malo se divide por infinito.
El "hogar" nos arranca sonrisas sin buscarlas y nos limpia lágrimas antes de ser derramadas.
El "hogar" se siente, no se explica ni se define.
El "hogar" es de un millón de colores y razas, de un sin fin de religiones, de tantos caracteres como personas hay en el mundo, de incontables idiomas y países. El "hogar" es diverso.
El "hogar" es dulce y salado, pero nunca amargo.
El "hogar" es unión, conjunto, fuerza. Encuentros.
El "hogar" eres tú... o yo.
El "hogar" son personas.
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