Puede que esta carta tuviese que llevar tu nombre, o no.
Puede que tuviese que escribirse así desde el principio. Porque ¿qué es un
nombre más que un sello de identidad o un número de identificación fiscal? Yo
prefiero llamarte amigo, compañero, héroe. Sí, héroe. Eso me gusta, me gusta
mucho.
Seguro que alguna vez soñaste con ser un héroe. Ponerte la
ropa interior encima de las mallas y conquistar el mundo entero... ¿No? Es
verdad, eso está pasado de moda (aunque algunos digan que es vintage). La capa.
Eso sí, seguro que siempre soñaste con tener una, ondeando al viento, libre,
extensa, sobrevolando tu nuevo planeta. Porque la Tierra sería tuya. ¿Te
imaginas? Convirtiendo a los humanos en croquetas con tu rayo láser (porque a
todos nos gustan las croquetas) mientras correteamos bajo tu yugo de un lado a
otro, espantados. O derritiendo glaciares enteros por el simple hecho de que te
apetece un polo, que un helado siempre gusta.
Héroe.
¿Qué harías tú si tuvieras superpoderes? Mejor, ¿qué superpoder elegirías? Yo el de teletransportarme. Estaría todo el día de China a
Cancún y de allí a Copenhague pegando sustos sin ton ni son. ¡Boh! Hawaii.
¡Boh! Venecia. ¡Boh! Praga. ¡Boh! Francia. ¡Boh! Canadá. Sería un no parar.
Estaría riéndome hasta que me dolieran las tripas.
Quizás eligiese también el de la invisibilidad. Esos sustos
sí que serían apoteósicos. No sé por qué, pero ahora mismo me siento como
Casper. ¡Qué manía con asustar! ¿De dónde me ha salido esta vena perversa?
Te prometo que yo soy pacífica y tranquila. Una bellísima
persona. La más bella de todas. Ahora parezco sacada del cuento de Cenicienta.
Centrémonos. Hablábamos de que tú, amigo, eres un héroe. En
mayúsculas. ¿Y sabes por qué lo sé? Porque estás ahí, leyendo esta carta
mientras resistes, luchas y vences (porque todos sabemos que los héroes siempre
ganan). Y mientras ganas una batalla detrás de otra, porque los días se
convierten en victorias temporales, aún tienes ganas de sonreír. Y de hacer
sonreír a los demás. Y amigo, compañero, eso solo lo hacen los héroes. ¿Quién
si no?
Ay, qué ganas tengo de que juntos transformemos a toda la
humanidad en croquetas, de comer helados que no engordan (ese superpoder sí
que sería una chulada) y de volar cruzando bosques y océanos.
Ahora imagino cómo deben de sentirse las palomas.
Observándonos desde arriba; decidiendo quién sí y quién no será el afortunado;
apuntando; y disparando. ¡Zasca! Otra croqueta. Ja, ja, ja... Qué divertido ser
héroe, compañero. Y sobre todo, qué entretenido. Hacía años que no me divertía
tanto. Ja, ja, ja... Croquetas por todas partes, correteando, huyendo. Uy, eso
ha sonado raro. Que las croquetas correteen no mola. Da grima. Mejor que estén
quietecitas. Quizás en un plato. O donde fuese, pero quietas.
Ay, amigo, recupérate pronto porque tenemos mil aventuras
que vivir y mil mundos que conquistar. Ya sabes, ser héroe conlleva una gran
responsabilidad y no puedes desperdiciarla ni malgastarla.
Amigo, compañero, héroe. Sonríe, que ese sí que es un súper
poder cargado de coraje y arrojo, y haz sonreír a los que te rodean, porque ese
don no puede ignorarse y ya es tuyo. Luchamos juntos, lo superaremos juntos y
convertiremos a todos en croquetas. Una promesa es una promesa,
compañero.
¡Te cubro las espaldas!
Muy bonito.
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