lunes, 17 de agosto de 2020

Zona de confort

 

¿Alguna vez habéis repetido en vuestra cabeza una conversación que habéis tenido con otra persona una y otra vez? Yo sí lo he hecho, y definitivamente me tiro de los pelos cada vez que lo hago.

En esta ocasión, yo había bebido esa cerveza de más y mi cabeza no funcionaba al cien por cien. Por desgracia, ni esperaba que surgiera la conversación, ni me enfrenté a ella como debía. El día se había dilatado al máximo y era casi imposible que diera más de sí. Me equivocaba.

Me confundí con todo.

A las frases iniciales de una conversación inesperada, le siguieron respuestas vagas. Y a los reproches de después (justificados, por cierto), una mala ofensiva. Dicen que la mejor defensa es un ataque, ¡y qué razón tienen! Claro, que el ataque en sí mismo es delator, aunque el receptor no sepa leer entre líneas.

No lo pensé, supongo. En realidad no lo pensé y punto.

Es lo que tiene el alcohol, que te hace tirar de emociones.

Como decía, yo no estaba lúcida.

La otra persona fue original con la conversación, y en ningún momento se mostró agresiva. Quizás su agudeza a la hora de responder mis frases ambiguas le hicieron más peligrosa a mis ojos. O puede que su inteligencia tácita, de algún modo, me cegara. Sea como fuera, la respondí rápido y mal. Al menos, no como debería haberlo hecho. No se merecía que la... juzgara (menos sin conocerla). ¿Se puede reconocer eso en un blog personal? Bah, hacerlo no va a matarme, supongo. Y esa persona tampoco va a leerme. 

Normalmente, no salgo de mi zona de confort. En realidad, no lo hago nunca. Al menos, a nivel personal. En el profesional, por el contrario, parece que adoro ponerme a prueba constantemente (¡qué curioso!).  

Soy demasiado racional (me lo han reprochado muchas veces). Y fría (eso sí que me lo han dicho un millón de veces). Pero en realidad no soy así. Soy una mujer sensible, cariñosa y quizás demasiado compasiva. Y puede que esas cualidades sean precisamente mi talón de Aquiles (la gente tiende a abusar de la bondad ajena), y por eso no me muestro así ante cualquiera.

No es que sea dura de pelar, es que soy selectiva. No quiero a mi lado a cualquiera. Soy radical con mis amistades. Si me fallas una vez, te doy puerta. No porque no merezcas una segunda oportunidad, sino porque no estoy preparada para confiar dos veces en alguien que ya me ha fallado una vez. Máxime sin una explicación (sé escuchar. No soy ninguna déspota ni alguien pagada de sí misma).

Como decía, cuando ves las cosas con perspectiva y analizas la situación desde distintos ángulos, lo normal es que te sorprendas (el típico "tendría que haber dicho..."). Yo me sorprendí, y mucho. No al día siguiente, por supuesto (durante días viví sumergida en una nebulosa que no encajaba conmigo), pero sí con el tiempo. Han pasado varios meses desde "la conversación", y desde luego mi punto de vista no es el mismo que entonces.

No sé si mis respuestas ahora serían otras, ni si mi reacción sería distinta (os prometo que todo me sorprendió soberanamente. Fue algo por completo inesperado), pero al menos tendría la oportunidad de sugerir dejar la charla para otro día. Seguramente para tirar más de raciocinio, porque está claro que lo emocional me lleva ventaja. 

En fin, mi consejo, si es que me atrevo a daros uno, es que no os quedéis en vuestra zona de confort. Estar tumbado en vuestra chaise longe con un mojito en la mano y escuchando a Frank Sinatra de fondo no os da la seguridad del éxito. Es más, seguramente las pérdidas sean más cuantiosas que las ganancias. Y os lo digo que yo que he cerrado una puerta a -mínimo- una curiosa amistad.

Yo he aprendido la lección. Espero que vosotros aprendáis la vuestra.

2 comentarios:

  1. Dicen que estas experiencias enriquecen
    De ser así yo debería ser más rico que el Borbón. Nada más lejos de la realidad. Como la mayoría justo llego a fin de mes y la Hipoteca acecha en las sombras

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    1. Eso me dijo una vez una chico con el que "pudo ser todo" y al final "no fue nada".

      Palabras textuales suyas: "la experiencia, ay, amiga, a veces es traicionera".

      Pues eso, Jorge. Un abrazo enorme (me acuerdo mucho de vosotros)

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