martes, 10 de junio de 2014

Amor a los perros


Que amo a los perros era algo patente en mí desde que era niña. Que quería tener uno en mi vida, era un deseo que con el paso de los años estaba destinado a cumplirse.
Sin embargo, y a pesar de todo lo que he recorrido a lo largo de todos estos años, ya sea por destino ya sea por elección, jamás imaginé que acabaría teniendo una pareja cuya vida estaría dedicada por completo al mundo canino. ¡Y eso sí es una sorpresa!
 

Amo a mis perros. ¡Les adoro! Y reconozco que si pudiera, y si mi economía me lo permitiría, seguramente tendría muchos más perros de los que ahora tengo. Y reconozco que, a pesar de haber perdido una perrita hace poco, mi amiga, mis ansias de cuidar y adorar a estos animales peludos no ha mermado en lo más mínimo.
 

Ángel, mi pareja, es una persona excepcional. Un gran profesional y una mejor persona. Su amor por los perros es tan desmesurado que a veces me desconcierta y a veces me conmueve. Es increíble la capacidad que tiene para anteponer el bienestar de un perro, conocido o no, amigo o no, a sus propios intereses. Pero, sobre todo, me maravilla la capacidad que posee para leerlos, para entenderlos, para darles justamente lo que ellos necesitan. ¡Le envidio!
 
 
Muchas veces hemos hablado de ello: del "don", la magia que poseen algunas personas para tratar con los animales, para entenderse entre ellos, como si hablasen el mismo idioma. Y aunque sé, y lo digo con el corazón en la mano, que esa magia la poseen muy pocas personas, él la tiene. ¡Y me siento muy orgullosa!
 
 
A lo largo de estos últimos años, le he visto adiestrar a muchos perros y dar pautas a muchísimos dueños, pero siempre, en todos los casos, le he visto hacer magia. Perros nerviosos, perros que mordían, perros con miedo, perros inseguros, perros ladradores,... Finalmente, después de estar con Ángel, perros felices, todos y cada uno de ellos. Sin excepción.
 
 
Y cuando veo todo ese proceso ante mis ojos, creo. ¡Es magia! No hay otra manera de explicarlo. La adoración que esos animales peludos le tienen. La pasión con la que van a su encuentro. La felicidad que muestran cuando le ven, le perciben. Es increíble ver el cambio que sufren en sus manos. Es magia. No hay otra explicación.
 
 
Doy gracias por vivir las numerosas experiencias que todos esos perros me han ofrecido en su proceso de educación y que él me ha brindado por el trabajo que tiene. Doy gracias por conocerlos y por lo que me han enseñado. Doy gracias por lo que he aprendido junto a ellos y por ellos. Pero sobre todas las cosas, doy gracias por tener la oportunidad de valorar la vida de los animales tal cual es: con respeto, con responsabilidad y con pasión. Y doy gracias por haber formado parte de sus vidas. ¡Es una experiencia increíble e irrepetible que pienso guardar en mi corazón de por vida! Gracias. Mil gracias, de verdad.
 
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Esta entrada está dedicada a la enorme labor que Ángel, mi pareja, realiza con los perros, al amor incondicional que siente por ellos y a la pasión que pone en su trabajo. Gracias por darle verdadero sentido a tener perro. Me siento muy muy afortunada.
 


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