jueves, 2 de abril de 2015

Pensamientos | Thinking

 
Llevo más de media hora frente al ordenador y lo único que he conseguido es pender mis dedos sobre el teclado (y no escribir nada), ir al baño (dos veces) y darle vueltas (muchas) sobre qué escribir y cómo. Y no es que no tenga cosas que contar, al revés, es que no estoy muy convencida de querer plasmarlas (¡me da pavor hacerlo!).

Últimamente he pensado mucho en lo diferentes que somos las personas a pesar de estar constituidos bajo un mismo perfil. Y esa diversidad se plasma también sobre un mismo hecho que, a simple vista, parece significar una cosa y, en la práctica, según esas mismas personas, los significados también pueden ser muy variados y numerosos. Y eso me confunde.
 
Normalmente esperamos que las personas actúen como nosotros lo haríamos en la misma situación y bajo las mismas circunstancias, siendo eso prácticamente imposible; por no decir inviable. Y nada tienen que ver los astros, la hechicería, el karma, nuestra línea sanguínea o nuestra heráldica, pues el simple hecho de que esas personas hagan o deshagan a su antojo es simplemente cuestión de actitud personal. Subjetividad.
 
Y entonces, yo me pregunto: ¿todo este tiempo me he estado engañado a mí misma? ¿Me estoy engañando ahora?
 
El hecho de creer que un hecho determinado, una actitud, una acción, se esté haciendo por algo que yo sola he conjeturado, no significa que realmente se esté haciendo por ese motivo. Al revés, con la suerte que tengo, es posible y más que probable que sea por un motivo completamente diferente (si no contrario por completo).
 
 
Así que, siguiendo esta línea de pensamiento, si junto a cuatro personas completamente diferentes entre sí, pero unidas por un mismo perfil, y les expongo una misma situación, ficticia o real, ¿sus puntos de vista serán diferentes? La respuesta es sí. Está científicamente probado.
 
Escenario
 
Supongamos que el individuo X, en un momento concreto de su vida, ha tomado una decisión que ha afectado a terceras personas y que, pasado el tiempo, sus acciones contradicen de alguna manera la misma.
 
Planteamiento
 
Sobre este mismo hecho, la persona A expone que el individuo X le cae mal (debido a su actitud sobre la situación) y que las acciones que éste realiza después son confusas y contradictorias.
 
La persona B, en cambio, explica que los remordimientos y el arrepentimiento del individuo X le han empujado a actuar de esa manera, contradiciendo en parte o en todo la decisión inicial de éste.
 
La persona C, por otro lado, asegura que está clarísimo: el individuo X no ha sabido expresar su decisión de la manera más correcta pero sí hay una verdad patente en ellas, guste o no a los demás.
 
La persona D, sin embargo, está más que confundida. Compara las acciones posteriores del individuo X con las de cualquier otro en su misma posición y no las encuentra sentido lógico, teniendo como referencia la decisión inicial de éste. Así que, a pesar de haber cierta verdad palpable, mucha confusión y demasiada imaginación, sigue habiendo algo que no cuadra.
 
 
Expuesto esto, yo me pregunto: ¿no es mejor actuar en consecuencia después de tomar una decisión? Visualizas, piensas, decides y actúas, pero no despistas (al menos, eso sería lo suyo). Porque, si ya de por sí los puntos de vista sobre un mismo hecho pueden ser múltiples, imagínate si le añades ingredientes extras: mal augurio, karma resentido, mala suerte, mal de ojo y una pizquita de falta de sentido común (que yo tengo de todo eso). La bomba puede ser (es) explosiva. Y, claro, explota. Por algún lado tiene que estallar.
 
Y no estamos hablando de una granada cuyo tiempo de aviso hasta su detonación suele ser determinado y concreto, sino que hablamos de un arma letal que, debido a sus componentes, puede resultar una verdadera bomba difusa e incontrolable. Vamos, una olla a presión a fuego fuerte.
 
 
Así que, sumergida en la vorágine de acontecimientos que me patean sin ton ni son desde tiempos inmemorables, procuro no pensar demasiado en nada (al menos, no ahondar demasiado), disfrutar de la vida con la gente que realmente me quiere (ellos saben quienes son) y dejar las cosas fluir. Eso sí, esta situación surrealista (y a veces inconcebible) me ha servido para tener mi casa como una patena, resurgir viejas amistades y profundizar las actuales y encontrar lugares inhóspitos que, de verdad, me han enamorado por dentro y por fuera.

Sólo espero que lo que sea o quien sea que esté haciendo que mi vida sea un completo ciclón se prepare, porque el karma al final regresará a él como un boomerang. Lástima que yo no pueda verlo para disfrutarlo. Eso sí que hubiese sido un ingrediente curioso en mi vida.

 

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