martes, 19 de mayo de 2015

¡Qué fácil es dar consejos!

 
Me río yo de las personas que se atreven a dar consejos sobre cómo mantenerte en línea con ejercicio diario y una buena dieta mediterránea cuando ellas mismas sólo se alimentan cada mañana de un batido de un extraño color verde y por la noche de siete pipas y dos nueces mal contadas. Del ejercicio, ni hablamos; a menos que cada intento de levantarse de la cama cuente como una abdominal y aporrear los botones del mando de la tele se considere deporte nacional.
 
Me río yo de las personas que osan decirte "olvídale, él se lo pierde" cuando ellas mismas están sobrellevando una relación insufrible colmada de peleas, portazos e idas y venidas de maletas; o lo que es peor, por rutina y/o comodidad.
 
Me río yo de aquellas personas que se atreven a dar consejos sin dar ejemplo, de asesorarte sin tener ni idea de nada (y a veces, ni de eso), de intentar orientarte cuando lo que consiguen es perderte aún más (que parece que no tienen nada mejor que hacer, las jodías), de recomendarte hacer algo que ni ellas mismas hicieron en una situación similar o igual o que te aleccionan a dar un paso que ellas mismas no darían ni locas. Me río yo de ellas, de todas ellas.
 
¡Basta ya! ¡Basta! ¿De qué vais? ¿A qué aspiráis? Estos días estoy percibiendo a mi alrededor mucho miedo, duda y tensión. Y estoy cansada. Las personas a las que estáis dando consejos (y me incluyo a mí también), se están agobiando. Las estáis machacando sin razón y, para colmo, no las ayudáis en nada. ¿Qué os pasa? ¿Qué queréis?
 
Sí, Clotilde ha perdido su trabajo, a Marisa le ha dejado su novio y Fuencisla se está replanteando volver con su ex (obviamente, los nombres son falsos. Me abstengo de decir los nombres reales por... por... porque me da la gana, leñe). ¿Y qué? ¿Qué pasa? ¿Se acaba el mundo? Obviamente, no. ¡Dejadlas vivir! ¡Dejadlas soñar! ¿Qué Clotilde está replanteándose irse una temporada a Alemania a probar suerte? ¡Ole por ella! ¿Qué Marisa y su novio lo han dejado? Pues imbécil que es él porque ella es una bellísima persona y la verdad es que también es muy atractiva (no sé qué le pasa a los hombres últimamente). ¿Qué Fuencisla se está replanteando volver con su ex? ¡Pues ya se le pasará! ¡O no! ¿Qué más da? Son sus vidas. ¡Sus vidas! Y tienen que vivirlas.
 
Cuando Clotilde, Marisa y Fuencisla (entre otras muchas) os cuentan su vida, es para que las escuchéis. Simplemente. Sólo eso. Si, además, le dais un buen consejo, que sea eso: un BUEN CONSEJO. Pensad con la cabeza, sed empáticos (que es muy muy complicado, ojo) y dad vuestra opinión. Y cuando digo vuestra opinión, es eso: una opinión. Nada de exigencias, imposiciones o "si me hubieras hecho caso". ¿Qué es eso? Si Clotilde, Marisa y Fuencisla se han dado un porrazo de aúpa y se han dejado los dientes, ya se recuperarán, pero lo último que necesitan es que venga su amiga del alma y las pisoteé y baile sobre sus cuerpos magullados (o sobre su tumba). ¿Qué somos? (joder, esta frase me recuerda a "La que se avecina": ¿Qué somos? ¿Leones o huevones?).
 
 
No, amigos, no. Debemos ser más considerados. No sentenciar. No juzgar. No cortar cabezas sin más. Cada persona tiene sus propios motivos para/con su forma de actuar. Si se estrella, ¡qué se estrelle! Ya se levantará. Los humanos necesitamos caernos y levantarnos al menos un millón de veces al año (a veces, al mes) para aprender algo. ¡Ya aprenderá! Ya aprenderemos todos. Porque, si no lo hacéis, si no sabéis poneros en el lugar del otro, escucharle y apoyarle, probablemente (lo más seguro) es que deje de confiar en vosotros. Y eso es lo peor que os puede pasar.
 
Dejad de dar consejos baratos. Basta ya de arruinar vidas. Escuchad. Sólo escuchad, por Dios (¡Qué hartura!). Y si se equivocan y pierden, ¡ya aprenderán!
 
 

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