Una pesadilla se define como un mal sueño que puede causar una respuesta emocional como el miedo o el temor y, en ocasiones, tristeza, ansiedad o depresión. Esto puede ser debido a una situación febril o, incluso, de estrés o ansiedad. Normalmente, cuando tienes una pesadilla, te cuesta regresar al estado pacífico de sueño.
Yo, hoy, he tenido una pesadilla. ¿Fiebre? En absoluto. ¿Estrés? Seguro. ¿Ansiedad? ¡Por supuesto! No voy a contaros mis problemas (que son muchos) aquí y ahora, pero sí os digo que probablemente todo ese cúmulo de situaciones adversas me han hecho tener la pesadilla que hoy he "soñado".
¿Se pueden evitar estos malos sueños? Sí. ¿Hay "trucos" que nos ayuden a hacerlos desaparecer o evitarlos? Sí, los hay.
Aquí os daré unas pautas que podéis seguir en caso de querer solucionar estos malestares nocturnos:
Primer paso: Comprender tus propias pesadillas
En primer lugar, quiero dejar claro que las pesadillas no solo las sufren los niños sino también los adultos. De hecho, casi podría asegurar que son más frecuentes en los adultos, debido al episodio de estrés que vivimos a diario, siempre corriendo de un sitio a otro y con mil cosas que hacer.
Aceptando esta premisa, debemos comprender también que el hecho de tener pesadillas, además de afectarnos en la calidad del sueño, importante para estar al cien por cien cada día, también puede afectar nuestra salud. Esto es importantísimo pues, el hecho de dormir poco o mal, nos puede hacer sentir cansados, ansiosos y estresados, lo que origina efectos negativos en nuestra vida diaria, cada vez mayores (es un círculo vicioso).
Es importante, por tanto, localizar el origen de esas pesadillas y ponerles remedio cuanto antes.
En primer lugar, hay que diferenciar muy bien entre pesadillas y terrores.
Las primeras se suceden a primera hora de la mañana durante la fase del MOR (movimientos oculares rápidos). Normalmente, son sueños que parecen vívidos y los más comunes suelen aparecer en forma de caída o siendo perseguidos. Si has vivido una experiencia traumática, sueles revivirla a través de las pesadillas.
Las segundas se suceden en las etapas más profundas del sueño. Normalmente no viene acompañada de imágenes sino de posturas (retorcerse sobre la cama, sentarse,...). Sueles despertarte abruptamente y no recordar lo soñado, aunque sí la sensación de miedo y desasosiego.
Hay que dejar claro que las pesadillas pueden ser el reflejo de un síntoma más severo. Normalmente, suelen ser espontáneas o incluso hereditarias genéticamente, pero lo normal es que "se despierten" debido a un trauma vivido recientemente: la muerte de alguien cercano, la pérdida de trabajo, la pérdida de una bebé, una cirugía, un accidente,...
Segundo paso: Prevenir las pesadillas
Si tus pesadillas provienen de una afección subyacente (piernas inquietas, apnea del sueño,...), un tratamiento adecuado podrá tratarlo.
Si están relacionadas con un estado de ansiedad, estrés o trastorno post-traumático, es recomendable acudir a un especialista que lo trate y te ayude a aliviarlos y reducirlos.
Es aconsejable no comer antes de ir a dormir, en especial azúcar. La digestión del alimento acelera el metabolismo y, por tanto, provoca que el cerebro esté más activo.
Combate el estrés. Es importante irse a dormir con la mente despejada y relajada. Practicar yoga o meditación puede ayudarnos, pero también pueden hacerlo la lectura, escuchar música, practicar running, tejer,... Tener un baño relajado antes de irte a dormir también puede ayudar a sentirte más relajado y calmado.
Mejora tu calidad de sueño. El dormitorio donde vas a dormir tiene que transmitirte paz. El hecho de que esté limpio y ordenado ayudará a que te sientas más tranquilo. No trabajes en él, pues asociarás el hecho de dormir con un estado de estrés. Evita la nicotina, el alcohol, la cafeína,... Estos estimulantes provocarán el efecto contrario al deseado.
Prueba el tratamiento de ensayos de imágenes (IRT, imagery rehearsal treatment). El tratamiento consiste en imaginar un final distinto para nuestras pesadillas y escribirlo, dibujarlo o, incluso, comentarlo con alguien de confianza. Los resultados positivos con este tipo de tratamiento son considerables, así que merece la pena considerarlo.
Tercer paso: Fomentar los sueños agradables
Emplea tu imaginación para buscar un lugar tranquilo que te transmita paz: una playa, el mar, el desierto,...
Ten pensamientos agradables. Cuando vayas percibiendo que el sueño te va atrapando, sueña con cosas que te hagan feliz: el trabajo que deseas, el amor de tu vida, un viaje por el mundo,... e imagínate a ti mismo alcanzándolos.
Hablar sobre tus sueños con alguien siempre es positivo. Te desahoga y el "compartir" de algún modo tus pesadillas con alguien de confianza aligera la pesadez y la desdicha de revivirlos.
Intenta controlar tus pesadillas. Hay gente que está más capacitada para hacerlo que otros (ten paciencia), pero en una medida u otra siempre es posible modificar ciertas partes del sueño. Esto es bueno para conseguir un final distinto o variar las alternativas del mismo.
Relájate. Seguramente el estrés que sufras es "inevitable", pero no tienes que estar continuamente pensando en los problemas que tienes, pues el hecho de tenerlos siempre en la cabeza no hace que se solucionen. Así que, cada vez que te vayas a acostar, déjalos de lado y disfruta de tu momento de paz.
Fuente: http://www.taringa.net/
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