Hay dos grupos de personas: las que se sienten cómodas con el sexo contrario y hacen que todo transcurra de un modo sencillo e incluso natural y las que están ansiosas por ponerse al día e intentan nadar hacia la orilla para no ahogarse.
Los que forman parte del primer grupo, normalmente, son personas recelosas que tienen miedo de que vean su interior y se esconden debajo de muchas capas de humor y miedo y apenas, por no decir nunca, dejan que alguien se acerque a ellos más allá de una noche de sexo.
Los que forman parte del segundo grupo, en cambio, se despiertan cada mañana con desesperación porque la persona que aman lo hace al lado de la persona equivocada y, aunque al mismo tiempo desean que sea feliz, no pueden evitar desear ser esa otra persona.
Hay tres principios básicos para enamorar a una mujer (que es más jodidamente difícil que enamorar a un hombre):
- No importa qué
- No importa quién
- No importa cuándo
Cualquier hombre puede enamorar a cualquier mujer si cumple estos tres principios básicos porque, para una mujer, el "no es el momento", "ahora sólo busco sexo" o "mi carrera es mi prioridad en este instante" son sólo puras mentiras. Una mujer siempre, absolutamente siempre, está preparada para enamorarse.
Si entras en un bar y te encuentras con una mujer que no lleva pendientes, que va vestida con unos tacones de tres centímetros, con el pelo recogido y una copa en su mano en lugar de una cerveza... amigo, esa mujer está buscando enamorarse.
Un hombre tiene que tener agallas para acercarse a ella, cierto, pero ella no tiene la culpa. La vida es dura para todos. Y probablemente, seguramente, el hombre sea despachado en cuestión de cinco minutos (duro, ¿eh?).
En cambio, si el hombre usa la táctica de "impresionar y atacar" y deja que la idea madure en ella, habrá sembrado un resquicio de esperanza. Es el primer paso. El movimiento inicial para una primera cita (en realidad no es tan difícil, ¿verdad?).
La primera cita es esencial. Hay que dejarla espacio pero manteniendo siempre contacto visual. Hay que escucharla, mirarla a los ojos y responderla. Si un hombre está continuamente mirando su boca o pensando en cómo se vería ella desnuda, la cita habrá terminado y, por supuesto, olvídate de una segunda. En cambio, si el hombre la escucha, la responde y opina, ella se sentirá parte de la ecuación y te dará una segunda oportunidad (voîla!).
Los detalles, pequeños y grandes, son importantes. Dónde colocas la mano en su cuerpo, por ejemplo, es fundamental. Si la colocas demasiado arriba de la cintura, amigos. Si la colocas demasiado cerca del culo, sólo sexo. Un punto intermedio es el adecuado.
Un baile. Una mirada. Un beso. Las mujeres sólo dan una única oportunidad. Es lo único que dan. Si fallas en una, fallas en todas.
Ocho de cada diez mujeres aseguran que el primer beso dirá todo de una relación y todas, sin excepción, buscan ese último "primer beso".
Aquí hay que aplicar la regla del "noventa por ciento".
Después de tres citas (es lo habitual para que caigan rendidas para siempre), ellas pueden que te envíen -o no- señales. Si, por ejemplo, juegan con las llaves de casa es que están esperando ese último "primer beso". Si sacan las llaves y la meten en la cerradura, no habrá beso.
Si, como en el primer caso, sus llaves están tintineando entre sus dedos, no lo dudes: acerca su rostro al de ella recorriendo el noventa por ciento del camino. Si ella recorre el diez restante, sus labios tocarán los tuyos y voîla!. Si no lo hace, abre los ojos, tírate del pelo y vete de allí con el rabo entre las piernas. No hay que perseguir una relación más allá de cierto punto.
Los príncipes azules no siempre acaban destiñendo y, aunque muchas mujeres estén recelosas al respecto, la mayoría de ellas están deseando tirarse de todos los tejados, debajo de las vías de un tren o de un avión sin paracaídas sólo por enamorarse de nuevo.
Todo va bien, como la seda, y de pronto estás bajo la lluvia, en el coche o saliendo por la puerta de casa y ves cómo se destruye tu vida. Se abre un agujero sin fondo a tus pies y la sensación de soledad te deja una huella insondable en el alma. Tienes dos opciones: mostrarte receloso o acercarte a la orilla con el próximo que se acerque a ti.
Personalmente, pienso que hay que empezar cada día como si tú lo inventaras.
En todo principio de relación, tú tienes que fomentar tus armas. En pequeñas dosis pero tus propias armas. Si te muestras muy extrovertido y eres una persona tímida, ella acabará llevándose una impresión equivocada de ti. Sin embargo, si te muestras tal como tú eres pero en cuentagotas, poco a poco, probablemente (seguro) ella se irá enamorando cada día más.
Es muy sencillo. Las mujeres buscan honestidad, respeto y fidelidad. Si tú eres el que añade ese primera impresión y "atacas", el resto es sencillamente fácil.
Tú puedes hacerlo posible
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