sábado, 14 de marzo de 2015

Hipocresía y falsedad | Hypocrisy and falsehood

 
Vivimos en un mundo de hipocresía donde la leche se vende sin lactosa (a mí que me lo expliquen) y el caldo de pollo "ahora con auténtica carne de pollo" (¿y antes de qué narices estaba hecho?).
 
Vale que intentemos hacer de éste un mundo mejor. Vale también que intentemos mejorar errores del pasado. Vale que queramos controlar (más allá del límite permitido) nuestras vidas con el fin de retrasar la edad de las arrugas, la gravedad e incluso la muerte. Pero de ahí a mentir, engañar, tapar, ocultar,... la verdad, ¡mal!
 
 
Por desgracia, este tipo de engaños se ha llevado a todos los niveles: laboral, personal, psicológico,... Nos engañamos tanto los unos a los otros, que incluso resulta raro que no lo hagas.
 
Por ejemplo, en un puesto de trabajo como jefe de cocina te piden (exigen) inglés (y si tienes más idiomas, ¡mejor!). Sin embargo, en el puesto de representante político de nuestro país, no. ¡Nuestros representantes! ¡Las personas que son el espejo de España! ¡Nuestra más alta esfera (después del Rey)!
 
 
¡¿Cómo?! ¿Exiges idiomas en un puesto de cocina en el que sólo tienes que comunicarte con el resto de los pinches y no lo exiges en un puesto en el que la persona se ve obligado sí o sí a tratar con los representantes de otros países... en otros idiomas (claro)? ¡Por favor! ¿Qué es esto?
 
Si este nivel de hipocresía, además, lo llevamos a nuestra vida personal, la cosa puede ir a peor. ¿Por qué engañarnos? ¿Por qué decir "qué guapa estás" cuando realmente estamos pensando "por Dios, qué cara de espanto tienes"? ¿O por qué decir "te quiero mucho" cuando en realidad estamos pensando "no tengo a nadie mejor en estos momentos"? Nadie te obliga a mentir. Nadie te obliga a engañar. Eres tú el único que, por idiosincrasia, te animas a farfullar calumnias sin nombre. ¿Por qué? ¿Para qué?
 
 
Pero la peor de todas, la más horrible hipocresía, la más dañina, es la que tú te provocas a ti mismo. La que tú te infringes solito. La gratuita. La del "sí porque sí" (porque yo lo valgo). Ay, ¿cuántas veces nos habremos dicho a nosotros mismos "todo saldrá bien" cuando sabíamos perfectamente que ése no sería el resultado? ¿O cuántas veces nos hemos repetido "estoy bien" cuando en realidad lo único que te apetecía era llorar sin parar? ¿Y cuántas veces te has mirado en el espejo y te has dicho a ti mismo "soy fuerte" cuando en verdad necesitabas de alguien que soportara junto a ti el peso de tu carga?
 
Señores, no nos equivoquemos: el mundo está lleno de hipocresía, empezando por nosotros mismos y extendiéndose a todo lo demás. Y si no empezamos a madurarla, cambiarla e ignorarla, este mundo que conocemos se convertirá en una auténtica farsa de la que no podremos escapar.
 
Porque... si no somos capaces de mirarnos al espejo y aprobar sin tapujos lo que vemos, ¿por qué pretendemos que los demás lo hagan por nosotros? Acéptate a ti mismo tal cual eres en toda tu totalidad, que los demás ya se encargarán de acercarse o alejarse de ti. Tú eliges. Ellos también. Pero siempre con la VERDAD por delante. SIEMPRE.
 
 

2 comentarios: