¿Nunca os habéis puesto a pensar que, casualmente, cuando habéis decidido dejar de fumar siempre es el peor momento? Estáis en época de exámenes, tu novio te ha dejado, se te ha roto una uña,... ¡Nunca es un buen momento! Y, claro, recaes.
Pues con los bebés ocurre algo... parecido.
¿Qué fue antes? ¿El reloj biológico o el bebé de tu amiga? Porque yo no tengo claro si mi reloj biológico se ha puesto a sonar como un loco a la edad de treinta y... ejem, ejem, o es que el bebé de mi amiga me ha enternecido lo suficiente como para desear tener el mío propio (un bebé no un reloj, claro).
Y es cuando estoy pensando en esto, en el hecho de tener mi propio bebé, cuando me pregunto a mí misma: ¿qué haría? ¿Cómo organizaría mi vida? ¿En qué cambiaría? ¿Qué modificaría? ¿A qué me vería obligada a renunciar? ¿Qué beneficios tendría? ¿Qué papel tendrían las abuelas en todo esto?
Sí, señores, ésta sería la pregunta principal, a la que todas llegamos tarde o temprano. La única. La terrorífica. La temida. La abominable. La pregunta del millón: ¿Qué papel tendrían las abuelas en todo esto?
¿Nunca lo habéis pensando?
A ver, está claro que hay varios tipos de abuelas y, en general, nos gustan todas ellas: las besuconas, las que consienten, las chismosas, las nostálgicas, las narrativas, las juguetonas... Sin embargo, cuando hay un bebé de por medio... ¡¡NUESTRO BEBÉ!!... Ehmm, la cosa cambia un poquito. Vamos que no. Que la cosa cambia mucho.
Confesiones de una madre primeriza...
"Lo reconozco. No tengo un libro de instrucciones ni un Pepito Grillo que me chive a cada momento qué debo hacer con mi bebé o cómo, ¡pero estoy aprendiendo! Y si le chuto a biberones hasta empacharle o le baño tres veces al día, bueno, ya aprenderé. Eso sí, tendré un hijo bien alimentando y muy limpio, que nadie pueda señalarme con el dedo, oye.
Sin embargo, las abuelas, y cuando hablo de ellas lo hago en general, parecen no darse cuenta de que ese ser tan pequeñito de carne rosada y sonrisa transparente no es suyo. ¡ES NUESTRO! Y no lo digo con ánimo de ofender que, al fin y al cabo, cuando el niño tenga cinco años, ya aprenderá a extender la mano ante sus abuelos para pedir su paga (y si no, ya le enseñamos nosotras). Lo digo a modo informativo (y amenazante, que se hacen las tontas cuando quieren).
A ver, está claro que estáis rebosantes de felicidad por poder disfrutar de vuestro nieto, ¡vuestro primer nieto!, pero una cosa es una cosa y ambas cosas suman dos. Y lo digo de la manera más dulce que me es posible: A mi hijo le visto yo como me da la gana.
¡Vaya! ¡Qué a gusto me he quedado!. Sí, abuelas del mundo, queremos ser nosotras las que vistamos a nuestros bebés. Aunque os resulte difícil de creer, nos parecen geniales los bodis que rezan frases tan geniales como "Sólo lloro cuando gente fea me coge en brazos" o "Los jóvenes rockeros nunca mueren". Nada de faldas de Luis XV o bodis con cuello de encaje y entredoses de bolillo, que estamos en el s.XXI y no quiero verme obligada a defender a mi bebé en un duelo al amanecer, que eso está pasado de moda.
Y quien habla de ropa, habla del número máximo permitido por la Constitución de coger a un bebé en brazos al día, del límite de besos estipulado que se le puede dar a un bebé en un intervalo de un minuto (que nos recordáis a una moto que no termina de arrancar nunca), de las visitas al día que se consideran necesarias (está bien que vengáis a limpiar, hacer comidas o incluso a cuidar del bebé mientras nosotros descansamos) y de las visitas que sobran al día (venir a las 8am, a las 10am, a las 14pm, a las 17pm y a las 19pm todos los días de la semana agobia. Sobre todo si despertáis al bebé para jugar con él haciéndonos creer que estaba despierto. No nos lo creemos), de la manera en que estamos educando a nuestro hijo (siempre mal, por supuesto), de la cantidad de comida que les damos (nunca es suficiente) y un largo etcétera.
Abuelas, os queremos, os queremos mucho, de verdad, pero ¡queremos vivir! Mi marido y yo queremos disfrutar de nuestro bebé solos. Al menos, algún día a la semana. Que tampoco pedimos mucho.
Por cierto, Rita, suegra querida, ejem, ¿te viene bien quedarte este sábado con el bebé? Es que a Álvaro y a mí nos gustaría salir a cenar fuera y tomar unas copas después, que tenemos treinta y tantos y nos sentimos como si estuviésemos rozando la cuarentena, sin ánimo de ofender, claro".
Y oye, que sí, que se parece mucho a lo de dejar de fumar. Que me he roto una uña y lo de tener un bebé ahora no... No lo veo claro, vaya. El mes que viene hablamos de nuevo. Del mes que viene no pasa.
Las abuelas son las abuelas... ¡pero qué haríamos sin ellas!! ¡Y sin los abuelos claro!!!! Que ellos también valen para besos y achuchones y consejos de todas partes,
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