¿Dónde se habrá quedado la buena costumbre de acercarte a pie (sí, señores, ¡¡andandito!!) a casa de tu colega, llamar a la puerta (o gritar, según se diera) y charlar con él horas interminables compartiendo el banco de un parque cualquiera mientras una botella de 33cl de coca-cola (o sin ella, dependiendo de si era principio o final de mes) pasaba de mano en mano? ¿Dónde quedaron esos buenos ratos?
Pues yo se lo diré: en el Whatsapp, en el Line o en cualquier App (aplicación para móvil) que se tercie buena, bonita y barata (y si es gratis, mejor). Porque sí, señores, el acercarte andando a las casas, quedó muy atrás; las cartas con sello y todo, ni te cuento; y hasta el teléfono, si no te dice tus pulsaciones o "pita" para decirte qué deberías ponerte, parece hasta obsoleto. Y es que estamos recurriendo cada vez más a esas aplicaciones impersonales que nos acercan y nos alejan, todo al mismo tiempo. ¡Si hasta nos sorprende, e incluso incomoda, que nos saluden cara a cara!
Que piensas... ¿Qué habrá querido decir con los diablillos? ¿Que está enfadado por volver a Madrid? ¿Y el perro? Vale, yo tengo perro, ¿pero qué pinta ahí? ¿Y los emoticonos de las caritas? ¿Triste y sorprendido? No entiendo. Prefiero no sacarle significado a eso, por si acaso. No vaya a ser que no me guste la respuesta.
Y es que hablar con mi padre por whatsapp te expone a una conversación que lo mismo te mantiene despierto toda la noche pendiente de la cerradura de la puerta de tu casa o lo mismo te hace troncharte de risa hasta dolerte las tripas, depende de los emoticonos que haya decidido usar ese día... y el por qué, que eso no lo descubres nunca.
Así que he decidido volver a la antigua usanza y las viejas costumbres. Esta tarde voy andando a casa de mi hermana y voy a llamarla a grito "pelao" desde la calle, a ver si consigo que sus vecinos no me linchen.
Pues yo se lo diré: en el Whatsapp, en el Line o en cualquier App (aplicación para móvil) que se tercie buena, bonita y barata (y si es gratis, mejor). Porque sí, señores, el acercarte andando a las casas, quedó muy atrás; las cartas con sello y todo, ni te cuento; y hasta el teléfono, si no te dice tus pulsaciones o "pita" para decirte qué deberías ponerte, parece hasta obsoleto. Y es que estamos recurriendo cada vez más a esas aplicaciones impersonales que nos acercan y nos alejan, todo al mismo tiempo. ¡Si hasta nos sorprende, e incluso incomoda, que nos saluden cara a cara!
Y no sólo hablo de impersonalidad de las nuevas tecnologías (que no quiero ni imaginarme cómo procrearemos el día de mañana si esto sigue así), sino también hablo de la ortografía, la cultura y el idioma de las nuevas generaciones. Que, a veces, parece que estás hablando con un inglés, ¡y es tu propia hermana!
Conversación real de Whatsapp:
Tu hermana: Q hacs? (tenía hambre y se comió algunas letras)
Tú: Voy a viajar a la porcina
Tu hermana: ¿¿??
Tú: Piscuna
Tú: Piscina!
Tu hermana: Viajar?
Tú: Sí, viajar
Tú: Bajar!
Tu hermana: Ok. Si vives luego, avísam (hambre otra vez)
Tú: Vives? (Quizás tu hermana es el nuevo Sandro Rey y no te has enterado)
Tu hermana: Vienes. Pendón
Tú: ¿¿??
Tu hermana: Perdón. Fruto corrector!!
Tú: ¿¿??
Tu hermana: Puto!!
Tú: Ok
Y no hablemos de los emoticonos. Yo tengo unas conversaciones por whatsapp con mi padre que, a veces, me quitan hasta el hambre (o las ganas de seguir viviendo).
Conversación real por whatsapp con mi padre:
Que piensas... ¿Qué habrá querido decir con los diablillos? ¿Que está enfadado por volver a Madrid? ¿Y el perro? Vale, yo tengo perro, ¿pero qué pinta ahí? ¿Y los emoticonos de las caritas? ¿Triste y sorprendido? No entiendo. Prefiero no sacarle significado a eso, por si acaso. No vaya a ser que no me guste la respuesta.
Y es que hablar con mi padre por whatsapp te expone a una conversación que lo mismo te mantiene despierto toda la noche pendiente de la cerradura de la puerta de tu casa o lo mismo te hace troncharte de risa hasta dolerte las tripas, depende de los emoticonos que haya decidido usar ese día... y el por qué, que eso no lo descubres nunca.
Así que he decidido volver a la antigua usanza y las viejas costumbres. Esta tarde voy andando a casa de mi hermana y voy a llamarla a grito "pelao" desde la calle, a ver si consigo que sus vecinos no me linchen.
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