martes, 22 de julio de 2014

Habla "chucho" que no te escucho

 
En mi trabajo, me he dado cuenta de la capacidad que tiene el ser humano para no escuchar, ignorar y encima intentar convencerte de que tiene razón, sea en lo que sea, todo en uno.

 
Yo: ¿Va a pagar con tarjeta?
Cliente: Sí, sí.
Yo: Pase a esta caja, por favor.
 
(... treinta minutos más tarde, el cliente ha escaneado sus artículos con muchísimo esfuerzo, después de dos oposiciones, tres carreras y un máster para averiguar cómo funciona una caja Eco, es decir, manual. Vamos, las cajas en las que tú escaneas tus propios artículos ...)
 
Cliente: Señorita, ¿por dónde meto los billetes?
Yo: Señora, esta caja es sólo para pagar con tarjeta.
Cliente: ¡Uy! Usted no me había dicho nada (indignada).
Yo (sin ninguna gana de discutir): Señora, tiene un cartel justo antes de acceder a las cajas Eco donde le indica que esta caja es sólo para pagar con tarjeta.
Cliente: No, no pone nada.
 
(...Después de comprobarlo ella misma mientras refunfuña...)
 
Cliente: Claro, lo ponen en letra tan pequeña...
 
(El cartel mide aproximadamente 3 metros y medio de largo por un metro de ancho, y las letras van en proporción a ese tamaño)
 
Yo pienso: Sí, señora, nosotros sólo pensamos en cómo fastidiar a nuestros clientes, cómo hacerles la vida más difícil y cómo hacerles perder el tiempo para que permanezcan en la tienda el máximo tiempo posible porque, cualquier día de estos, pediremos rescate por vuestras personas. ¡Nos ha pillado!
 
 
Pero los clientes no se conforman con equivocarse, hacerte padecer ridículo y mirarte perdonándote la vida. Noooooo. Los clientes quieren hacerte quedar como una idiota, una incompetente a la que le han hecho un favor dándole un trabajillo en la tienda de moda.
 
Cliente: ¿Me puede decir qué precio tiene esto?
Yo: 3,99, señora.
Cliente: ¡Uy! En el cartel ponía que costaba 0,99.
Yo: Señora, quizás la oferta sea en otro color o tamaño. Voy a llamar para confirmarlo, por si hubiese algún error (que nunca lo hay).
Cliente: Sí, sí, llame, porque en el cartel lo ponía muy clarito.
 
(Después de llamar a la sección correspondiente, mi compañera me confirma que efectivamente el cartel existe pero que la promoción se refiere a un artículo totalmente diferente, y que en el cartel lo indica muy claramente. Vamos, que empezamos hablando de flores y acabamos haciéndolo de sartenes)
 
Yo: Señora, me han confirmado que el precio del artículo es de 3,99. El cartel que dice usted se refiere al artículo ......
Cliente: ¡Pues lo tienen todo muy mal colocado! ¡Claro, así nos engañan! ¡Pues a mí no me han engañado!
 
Yo pienso: Claro, señora, nuestra intención es que coja muchos artículos para que luego, en caja, deje la mitad, o más. Total, así crearemos un nuevo puesto de trabajo que se llame "persona-que-recoge-los-artículos-que-los-clientes-quieren-dejar-porque-no-saben-leer-bien".
 
 
Y es que el cliente es un concepto de ser humano que nunca estará en peligro de extinción porque, si no nos podemos quejar, ¡no es divertido! Y si lo piensas un poco mejor, hasta desahoga. Así nos ahorramos las sesiones del psicólogo. Y yo, por mi parte, no me aburro, que a veces me da miedito quedarme si nada que hacer. ¡Todo son ventajas, oiga!
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario