sábado, 15 de noviembre de 2014

Pura vida | Pure life

 
Hasta hace unos meses no me había dado cuenta de las múltiples y diferentes maneras en las que se puede decidir vivir una vida. Y, por consiguiente, tampoco me había dado cuenta de la forma en que había decidido yo vivir la mía.
 
La única manera que conozco para saber cómo hemos vivido nuestra vida es pararnos, cerrar los ojos, respirar profundamente y mirar atrás. Es la única forma factible realmente sincera con nosotros mismos, sin mentiras: cuántas veces te has equivocado, cuántas no, cuántas veces te han dolido las tripas de tanto reír, cuántas veces has llorado, cuándo se te ha roto el alma, cuándo se ha muerto una parte de ti, cuántas veces has sido feliz, cuántas triste,...
 
Y he llegado a una conclusión: me he equivocado. Me equivocado muchas veces. He cometido el error de elegir caminos que no estaban hechos para mí o de tomar decisiones que no me convenían. Sin embargo, también he aprendido. ¡Y mucho! Son tantas las veces que me he equivocado que, además de no poder enumerarlas una a una, las lecciones han sido igualmente numerosas... y fructíferas.
 
Y sé, estoy convencida, de que -si mis decisiones hubiesen sido otras- seguramente no estaría ahora mismo haciendo lo que hago aquí, pero tampoco sería la persona que hoy soy. Y eso no lo cambio por nada.
 
No hace mucho me preguntaron cómo me sentía y si era feliz. La respuesta a esa incógnita, en mi caso, era difícil de contestar pues estoy atravesando una época realmente catastrófica. Sin embargo, sin pensármelo, respondí: "Orgullosa". Me salió así, sin pensar. Pero, después, tras pensarlo más detenidamente, me di cuenta de que era verdad, que me sentía orgullosa de mí misma.
 
A pesar de haber sufrido las decepciones típicas de cada edad (desamores, suspensos, normas de padres, mucho trabajo y poca remuneración...), nada de eso me ha cambiado para mal. Es más, gracias a eso era (soy) mejor persona. Me ha hecho más fuerte, más segura de mí misma y más convencida de lo que quiero y de lo que no. Y está claro que en el futuro también cometeré errores, seguro, pero espero aprender de ellos como en mi pasado, sin restricciones.
 
Y sí, puedo decir que he llorado y reído, pero lo he hecho profundamente, desde lo más íntimo de mi alma. Lo he hecho con el corazón y seguramente sea por eso que me dolió tanto o me hizo tan inmensamente feliz.
 
Sólo espero tener la entereza suficiente para seguir llorando o riendo con el corazón, de verdad, porque es la única manera en la que realmente se pueden sentir las cosas. Y sé que da miedo, pavor, pero estoy dispuesta a sentirlo porque la recompensa es mil veces mejor.
 
¿Y tú? ¿Has vivido realmente tu vida? ¿Has tomado las decisiones correctas? ¿Eres... feliz?
 
 

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